6 de junio de 2017

Una mañana más

Maldito ruido estridente, otra vez igual, de un golpe seco y el silencio vuelve a gobernar la fría habitación. ¿Por qué? ¿Es realmente necesario todo esto? Claro que es sí… Necesita el dinero, me necesita...

Me quedo un momento pensando en los antiguos tiempos, antes de que ese punzante ruido no fuera tal, sino una dulce melodía, momentos donde la calidez embriagaba el corazón pero… no, mejor no pensarlo, ya se acabó. Ahora solo frío y desazón en el corazón.

Finalmente consigo las fuerzas necesarias para levantarme y dirigirme al baño donde ahí esta él mirando, con esos ojos acusadores, ese odio, esa tristeza… ¿Cuántos años son ya desde que empezó el fin? ¿5 años? ¿6? Que más dará, otro día a mis espaldas, otro día por recorrer, pero hoy no tengo fuerzas, los recuerdos me abruman tanto…

Todo iba tan bien, pero las cosas empezaron a fallar… una mala contestación en nuestro restaurante, una mirada… sin amor, como me dolían todas y cada una… Puñaladas todas ellas, la estaba perdiendo, lo sabía y no sabía que hacer… inútil… Tanto amor transformado en desesperanza, en pesadez, se lo notaba aunque no me dijera nada, sus ojos ya no eran los suyos, se había vuelto una extraña, igual de forma pero distinta esencia. ¿Por qué ocurrió todo? ¿Llegué a decir algo en algún momento? ¿Se me olvidó algo? Nunca lo sabré…

Una mañana ocurrió lo que tenía que ocurrir, no me sorprendí, ni siquiera lloré, mis ojos ya habían derramado demasiadas lágrimas a medida que veía como se alejaba, como cambiaba ¿O fui yo el que cambié? Ni siquiera discutí, firme todo lo que ella quiso, una lluvia de interminables papeles, me sentía como si firmará la sentencia de mi ejecución y al día siguiente ya no estaba… solo dejó un hoyo en mi existencia, una frialdad que no he sido capaz de llenar… Eso me recuerda que tengo que trabajar, tengo que pagar por mis crímenes, tengo que darla su dinero…

Me limpio la cara con agua fría intentando despejarme, dejar de pensar en ello. Vuelvo al cuarto y me siento, miro por la ventana y veo como el sol perezosamente se va levantando y llenándolo todo de luz, que bonito amanecer. Todos los días vuelve para iluminar el camino, lleno de vigor y de fuerza, ojalá tuviera su energía y continuar y seguir y… estoy cansado…

Cojo el pantalón y me empiezo a vestir y justo en ese momento veo el cinturón… otra vez la idea pasa por mi cabeza… la rendición siempre está ahí, llamando a la puerta me llama con voz seductora y me pide que la deje a ella toda mis penas, que ella se encargará de todo para así que yo pueda descansar al fin… No… no puedo rendirme ella me necesita… ella se merece todo y más… pero… no puedo más, no puedo respirar… no puedo luchar…

Miro al sol, tan vigoroso, llamar a mi ventana. La abro con todas mis fuerzas y veo como se resquebrajan los cristales y un suave tintineo llena toda la habitación. Veo como algunos hermosos trozos caen por la ventana y bailan durante unos segundos en silencio antes de partirse en mil cristalitos y provocar un precioso juego de colores allí abajo. Que fácil lo tienen, acabar siendo algo tan hermoso con tan poco esfuerzo… miro al sol… y siento que al fin todo se esclarece, mi amigo al fin me ha dado la respuesta para conseguir la entereza, la poca que necesito.

Adiós, mi amor.

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