19 de junio de 2017

Maltrato de genero

Otro día igual. ¿Por qué no para? No me ha dado tiempo a levantarme y ya me está chillando, una y otra vez ¿Por qué estará tan cabreada? ¿Qué habré hecho? Ni idea, ya me da igual, siempre la misma historia. Suena la alarma del móvil y al momento suena la alarma de al lado de la cama, ya es costumbre… monotonía. Sin ni siquiera pararme a escuchar el motivo de su enfado me levanto lentamente y empiezo a prepararme para el trabajo y entonces de repente el golpe… un bofetón ardiente me golpea de pleno la cara dejándome un punzante dolor y entonces la miro y sin ni siquiera dejarme preguntar porque, otro bofetón…
-Vete ya de una puta vez y gana ese mísero sueldo tuyo, he quedado dentro de un rato con mis amigas y no te quiero aquí cerca. Fuera
Salgo por la puerta y la cierro poco a poco. Empiezo a bajar las escaleras como cualquier otro día… ¿Por qué me odiara tanto? Hace tiempo nos queríamos con locura, pero poco a poco algo debí empezar a hacer y se fue alejando de mi lado. Aún recuerdo como empezó todo esto, incongruencias en su comportamiento, quedábamos para cenar y se pasaba toda la velada de morros, quedábamos para dar una vuelta y todo el rato mandándome callar porque estaba chateando con sus amigas y no la dejaba pensar… siempre era una molestia, nunca he sabido estar en mi sitio y aún sigue conmigo… quiero pensar que debajo de todo ese comportamiento me sigue queriendo, que nuestro amor sigue aferrándose como puede esperando su momento para volver a resurgir más fuerte que antes.
Me siento al volante y arranco el coche, otro día más a ganarme mi mísero pan.
A medio camino del trabajo me doy cuenta de que estoy goteando… me vuelve a sangrar la nariz… ya no tiene ninguna consideración por los golpes. Saco un pañuelo de la guantera y tras limpiarme como buenamente puedo me tapono la nariz.
¿Cuándo me dio el primer bofetón?
Creo que fue cuando la invité al zoo, siempre la había hecho mucha ilusión ir allí y por fin había conseguido dinero para invitarla. ¡Que feliz estaba viendo a los exóticos animales! Pero lo tuve que estropear como siempre hago… justo antes de que empezar el espectáculo de aves tuve que ir urgentemente al baño y al salir su cara había cambiado, roja y llena de… sin mediar palabra me dio un bofetón y empezó a gritarme que si no era lo suficientemente hombre para aguantarme y que por culpa mía se había perdido a los pájaros… no sé si me dolió más el bofetón de ese día o las risas de la gente del zoo riéndose de la situación…
Finalmente llego al trabajo y todo como siempre, clientes mal humorados, compañeros nerviosos y jefes exigentes, al mundo no le gusta cambiar… un par de horas antes de la salida el jefe me llama para darme una alegría. ¡Estoy despedido! Al final el mundo sí que quiere cambiar, nada es inmutable… Estoy cansado de todo esto… así que sin ni siquiera responderle me voy a por mis cosas y me dirijo a casa… ¿algo me ira bien en algún momento?
Llego a calle y aparco lejos de mi casa y me quedo mirando el hermoso cielo unos segundos. Es lo único bello de mi vida en estos momentos, lo único que siempre está ahí para darme la bienvenida. Ahora sin trabajo y con la mujer ya cabreada y sin saber que su única fuente de ingresos se acaba de ir al traste… ¿podrá llegar a odiarme más? Es que todo lo que hago lo hago mal…
Salgo del coche y empiezo a andar con tranquilidad por la calle contemplando nuestra casa. ¿Cuántos años le quedan de hipoteca? ¿Treinta? ¿Treinta y cinto?… La compramos hace ya cinco y fue un gran momento, era el plan de una vida nueva, de una familia, de la felicidad materializada, pero no duró mucho, al poco ella empezó a recriminarme el hecho de haber comprado una casa que no seriamos capaces de pagar con mi sueldo… que ella nunca había querido comprarla conmigo… otro tema más a las broncas diarias, nunca desaprovechaba el momento de echármelo en cara…
Finalmente llegué a casa y sin prisas abrí la puerta y cerré y fue entonces cuando lo oí… gemidos en el cuarto… me acerqué y pude ver como mi mujer se encontraba con otro hombre en nuestra cama… ahí sí que se la veía feliz… y ni siquiera se habían percatado de mi presencia… La tristeza desapareció, la angustia se fue y quedó… nada, la nada más absoluta. Me dirigí a la cocina y cogí el cuchillo del jamón y sin pensar en que estaba haciendo pase la mano por él. Un reguero de sangre surgió de mi palma y en pocos segundos manchó todo el suelo, pero no sentí dolor… lo único que sentía… que oía… eran los gemidos de esos dos y volví al cuarto y de un solo movimiento atravesé al hombre que yacía encima de mi mujer y al caer encima de mi mujer está también se vio atravesada por el cuchillo.
Su mirada… siempre llena de odio cuando me miraba, está vez estaba inundada de miedo y sorpresa, pero en seguida sus ojos dieron paso al vidrio traslucido y el silencio al fin gobernó mi casa…
¿Alivio? ¿Alegría? Nada… nada de nada. Dejando a la pareja junta por el cuchillo, ahora serían inseparables, me dirigí al salón y cogí el teléfono…
-¿Emergencias? Sí, he matado a mi mujer y a un hombre – Y dejé caer el teléfono al suelo y el golpe seco me hizo reaccionar… No podía seguir así, tenía que hacer algo.
Rápidamente me metí en la ducha y me limpie la sangre frotando vigorosamente y al terminar tiré a la cesta la ropa manchada. Una cosa menos.

Me dirigí a al cuarto he intentado no mirar a la cama cogí mi mejor traje y me vestí pulcramente, todo debía ser perfecto. Una vez listo fui a por una bolsa de plástico y cinta adhesiva y me tumbé en el sofá. Procedí a meter la cabeza en la bolsa y a dar vueltas y vueltas entorno a mi cuello con la cinta adhesiva… Todo debía ser perfecto para cuándo llegarán, no podía haber un saldo error, al menos esto lo haría bien en mi vida… 

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