15 de junio de 2017

Parte 2 - Un desastre desde el principio.

Ya casi estoy, al fin llegaré a casa. ¿Qué le esta ocurriendo a esta maldita ciudad? Todo lleno de disturbios y peleas… y este asfixiante dolor en la mano… por alguna razón la siento cada vez más fría y me duele… dios como duele.

Aparco rápidamente en la acera y salgo corriendo por el jardín dirección a la casa. Me tropiezo debido a los nervios y caigo al suelo. Miro con el rabillo del ojo y veo a un pequeño gnomo de jardín que me estaba mirando tumbado en el césped… mira que le dije a Beatriz que se deshiciera de esos recogepolvos… Me levanté tan rápido como pude y entré dando un portazo en el chalet. Ya estoy a salvo… Cerré con llave y empecé a ir de una habitación a otra comprobando todas las puertas y ventanas, todo parecía cerrado y seguro.

-¿¡Beatriz, cariño, donde estas!? ¿Has visto todo lo que está pasando en la ciudad? ¡Beatriz!

Me dirigí hacia las escaleras para subir al primer piso y fue entonces cuando me percaté de los gnomos dispersos por la casa. ¿Cuántos había? ¿Cinco? ¿Seis? ¿Cuándo le había dado por comprar tantas cosas inútiles? Sin pensarlo más empecé a subir y al dirigirme a la puerta del cuarto escuché un ruido raro… un ínfimo gemido que procedía justo al otro lado de la pared. Apoyé el oído y sin respirar escuché atentamente… sí, había algo en el cuarto… ¿Uno de los locos habría entrado en casa? Lo más silenciosamente posible me dirigí al armario y cogí lo primero que encontré, una escoba, muy bien, con esto seguro que hago algo. ¿Por qué nunca hice caso a mi instinto y no conseguí una licencia de armas?, una escopeta ahora mismo sería ideal, ya tarde para los remordimientos. Maldita mano, el dolor ya me llegaba hasta el hombro… no puedo dejar que me afecte ahora, Beatriz puede estar en peligro.

Así con cuidado el picaporte y empujé lo más lentamente que pude la puerta, no quería que ningún sonido avisará al invasor… a medida que iba abriendo hueco una luz verde fluorescente empezó a salir de la habitación y a dar a todo un color irreal y onírico. Tras unos segundos de trabajo ya estaba empapado de sudor y tenía que hacer esfuerzos por no rechinar los dientes debido al dolor que me embargaba, pero había conseguido entrar en la habitación sin hacer absolutamente nada de ruido. La figura se encontraba junto a la pared mirando para el otro lado y gimiendo… gimiendo sin parar. Empecé a andar de puntillas hasta ello cuando de repente un fuerte dolor me atravesó la pierna, la cual me falló y caí como un plomo al suelo y entonces fue cuando lo vi… ¡un animal!, eso era lo que producía esa extraña luz verde, un… ¿puercoespín? El muy cabrón me había ensartado con sus pinchos en la pierna, ¡Dios como dolía! Mientras me daba cuenta de todo esto, el gemido de la figura se silenció y fue sustituido por un sonido gutural y al darme la vuelta vi que aquello que pensaba que era un invasor era realmente mi mujer… Beatriz tenía toda la cara llena de las púas del puercoespín y su piel había empezado a resquebrajarse… la muy santurrona siempre había sido demasiado protectora de los animales y su devoción por ellos le había pasado factura… Beatriz…

De un grito se abalanzó sobre mí y con un movimiento rápido la conseguí esquivar y llegar cojeando al pasillo, mientras ella se recuperaba de la caída, y cerré la puerta justo a tiempo… Empezó una batalla por el picaporte, ella intentando bajarlo con todas sus fuerzas y yo mantenerlo arriba, mantenerme fuera de su alcance y alejada. Pero el maldito brazo me dolía… me fallaba y lo inevitable acabo por ocurrir y la puerta se abrió. Durante menos de un segundo los ojos de mi mujer se enfocaron en los míos y allí ya no estaba ella, solo un animal, solo un odio visceral y ansias de matar. Corrí como un desesperado pero al llegar a las escaleras me tropecé y caí por las escaleras. Intenté por todos los medios levantarme pero el brazo, ya no me respondía y la pierna estaba totalmente entumecida y un dolor constante empezaba a gobernar todo mi cuerpo y sin querer empecé a gritar, a gritar como nunca antes lo había hecho. Y entonces un grito proveniente de arriba de las escaleras me hizo girar la cabeza, justo para ver a Beatriz agachada mirando fijamente a un gnomo de jardín que estaba enfocado hacia mí, con una sonrisa de oreja a oreja. Mi mujer como siguiendo unas ordenes imaginarias se puso tiesa y saltó encima de mí, mientras yo gritaba y gritaba sin parar…

No hay comentarios:

No esta bien...

Todo pasa por algún motivo, todo tiene un sentido, no estás solo, sigue intentando y por fin llegaras, no llores se fuerte… Todo cansa, to...