28 de junio de 2017

Un sorteo, un coche y un conejo.

¡Qué alegría me llevé! Aún lo recuerdo como si fuera ayer el gran día, el momento de encender la televisión y sentarme en el sofá como cualquier otra tarde y de repente ver mi número en las noticias… ¡me había tocado! Que buena fue la sensación de saberme al fin fuera de la monotonía de ese estúpido trabajo, al fin libre… o eso pensaba. Que felicidad junto a mi mujer cuando fuimos a por el premio, salimos en todas las cadenas, era el mayor premio que se había sorteado hasta ese momento y era todo mío, mío y de nadie más.
Os preguntareis que hice con tanto dinero en mis bolsillos, pues no es difícil imaginar, lo típico diría yo, un coche primero, una casa después y todo lo que me apetecía luego. Mi mujer y yo no nos privábamos de nada y así fue durante algunos años… hasta el fatídico día en que toda esa riqueza dejo de tener sentido… ¿Cómo podía disfrutar de algo sin ella?
El fin empezó como cualquier otro día en el paraíso, nos despertamos y fuimos a desayunar tranquilamente y entonces surgió la idea que acabaría con todo… ¿vamos a la montaña? Me preguntó ella, siempre entusiasmada por respirar aire fresco y andar un rato sin polución de la ciudad cerca. Pues claro que me pareció una genial idea, ¿Cómo no me lo iba a parecer? Y cogimos el coche, nuestra cochazo de no se cuantísimos caballos y corrimos hacia la montaña y ahí fue donde ocurrió, un conejo se nos cruzó en mitad de la carretera y de un volantazo atravesamos el quitamiedos como si fuera papel mojado y caímos… fueron unos segundos espantosos, la ingravidez nos levantó hasta donde dejó el cinturón y vimos como el suelo se proyectaba hacia nosotros rápidamente… su rostro estaba cubierto de un inmenso terror… fue la última vez que la vi.
Me desperté en el hospital vendado y escayolado de arriba abajo y sin poder ni hablar ni moverme. Un médico vino enseguida y al verme tan alterado me hizo dormir de nuevo… La siguiente vez que me levante recuerdo ver a mis amigos al lado de la cama y fue entonces cuando me explicaron lo que pasó y yo no quería creerles no quería, intenté zafarme de mi presa en la cama, tenía que verla, pero todo el cuerpo me dolía y al final lo único que conseguí fue que el médico me volviera a dormir… La siguiente vez que desperté fue la peor, estaba totalmente a solas en la sala, solo con mis pensamientos y empecé a darle vueltas una y otra vez a lo que había pasado el día que lo perdí todo… Al principio empecé maldiciendo al estúpido conejo que se había cruzado por la carretera con todas mis fuerzas, llegué a jurar que exterminaría por completo esa inmunda raza pero… pero me di cuenta que el verdadero culpable había sido yo… yo y mis ganas de correr, desde pequeño siempre me había encantado sentir la velocidad con cualquier vehículo a motor, ya fuera una motocicleta, un car, un coche, me daba igual y el desgraciado sorteo me había permitido hacerme con ese coche… y la había jodido, me había jodido la vida por esa estúpida manía de correr… si no fuera por mi ella seguiría aquí… conmigo…
Tardé todo un año en recuperarme, siempre había un amigo a mi lado forzándome a seguir, forzándome a avanzar y vivir. Los primeros meses fueron los más duros, las ganas de avanzar habían abandonado mi corazón y si no llega a ser por ellos hubiese abandonado toda esperanza muy pronto, pero no paraban de decirme que eso no es lo que ella hubiera querido, ella no hubiera querido que me rindiera, tenía que luchar por ella y lo hice, vaya si lo hice. Finalmente me recuperé y la única secuela que me quedó del grave accidente fue una cojera que me obligaba a llevar bastón, pero ya era mucho el haber llegado a volver a andar por mí mismo… y un día me dieron el alta.
Me acuerdo lo perdido que estaba cuando llegué a mi casa… nadie había tocado nada, todas sus cosas estaban por doquier y no me vi con el valor de tocar nada… así que era todo verdad… se había ido para no volver… la había echado de mi lado.
A la semana más o menos de intentar instalarme en mi casa me conecte a mi ordenador y me percaté de algo que nunca me había dado cuenta. Una carpeta con su nombre, ¿ella usaba el ordenador? Estaba llena de asociaciones de protección de los animales de protección de la naturaleza… parecía que estaba preparando algo justo antes de ese viaje… Un fichero con el nombre ‘clasificación’ me llamo la atención y lo abrí. Era un increíble trabajo en el que clasificaba las distintas protectoras entre las que consideraba serias a las que consideraba una estafa y unos ladrones. Me acuerdo de pasarme todo el día y la noche entrando y saliendo de las carpetas, era como si ella estuviera a mi lado, veía sus reacciones con las noticias que había almacenadas, cuando salía una noticia de animales salvados me la imaginaba sonreír y llorar de alegría y por el contrario cuando encontraba una noticia de que un director robaba el dinero o maltrataba me la imaginaba con su cara de enfado y sus gritos… como los echaba de menos. Finalmente encontré un fichero que era el presupuesto que necesitaba cada una de las protectoras que había considerado dignas de ser ayudadas y tomé una decisión.
Done absolutamente todo el dinero que me quedaba del premio a esas protectoras y me guarde el suficiente para realizar un viaje. En el archivo estaba toda la información necesaria e incluso los números de cuenta para realizar las donaciones, parecía que lo tenía todo planeado para proponérmelo antes de que todo ocurriera… Y así de fácil fue, llamé al banco y les dije que iba realizar numerosas transferencias y que me quitaran el límite durante 24h y así es como realice todas las donaciones en su nombre.
Y así emprendí este viaje, y aquí es donde me encuentro ahora mismo, en el pico del Everest, donde siempre habíamos querido ir pero nunca nos habíamos atrevido… aún con mi cojera lo conseguí, conseguí nuestro sueño Kiara, al fin siento que estamos juntos de nuevo… hice lo que querías, hice todo lo que te faltó por hacer y ahora todo se acaba aquí. Mande de vuelta a casa a los Serpas con todo el dinero que me quedaba, estoy sin dinero, pero contigo soy feliz, eres lo único que siempre necesite. Me está entrando sueño, duerme conmigo por favor, no me quiero sentir solo nunca más, déjame abrazarte de nuevo.
¿Nos veremos de nuevo?

Por favor.

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